Las palabras surgieron para comunicarnos con nosotros mismos, en silencioso monólogo interior, y entendernos con los otros. Como espejo del pensamiento, de la idea o de la emoción, revelan también nuestras coordenadas humanas, quiénes somos y dónde estamos. Quede este espacio para dejar fluir palabras, las cardinales.
martes, 13 de noviembre de 2018
Traviesos caminos
Aprenden tus manos traviesos caminos
que me hacen contorno,
cubren mis hombros de tierno cobijo
y pasean a escondidas
hasta rodear
mi geografía, sin tropiezo.
Pestañeas tembloroso al llegar al abismo,
son las vistas salvajes y parecen lejanas,
mas pueden tus ojos correr peligrosas distancias,
pues no hay viaje largo
ni camino insondable
si pueden los cuerpos
reposar, contemplar
la eternidad del paisaje.
viernes, 10 de agosto de 2018
Lluvia de estrellas
Si esta noche miro al cielo, lo haré con inocencia, arqueando mi perfil, con la ilusión de que quiera soplarme los labios, aunque sea de puntillas, una brizna de fresco.
Y quizá, con los ojos puestos sobre el caluroso negro, se me dibuje en la cara una fulgurante estela, recuerdo lejano de un cometa que ya se fue antes de que yo estuviera.
O, allá, donde se recuesta Andrómeda, puede que vea la lluvia que colmó a la ninfa de dorada y traviesa deidad...
Llorará esta noche el cielo. En cada lágrima, un cálido sueño y el deseo de poder ver de nuevo esa intrépida estrella pasar.
#Perseidas2018 #lágrimasDeSanLorenzo
#estrellafugaz
sábado, 14 de julio de 2018
Caricia persa
Ayer en la tarde sentí cómo tus dedos mezclaban los colores de mi pelo, entre grises y blancos, perfumados con aire de Persia. Me hice un ovillo sobre tus piernas para que así se me hiciera el cuerpo caricia y me atravesase tu rayo sin dejar rincón dormido en mi curvatura de Musa.
Te clavé levemente las uñas, para hacerte saber que, aun con los ojos cerrados, podía verte la sonrisa dándome sombra. Moví con elegante suavidad la cola para corresponder tu cosquilleo y dulzura. Me dormí así, con unas manos paseándome, haciéndome el amor, mientras ella, celosa, desde el otro lado de la tormenta, temblaba de envidia y silencio.
martes, 5 de junio de 2018
"Doll face". Buscando las palabras...
Ilustración realizada por Sara Jiménez, 1º de Bachillerato. IES Valmayor |
Comparto con vosotros una actividad muy interesante con la que hemos puesto el broche al curso académico. A partir de las imágenes del vídeo Doll Face, los alumnos se han lanzado a escribir un texto, experimentando con su forma e intención, para plasmar en él las sensaciones o ideas que se hubieran despertado en ellos.
Con distintos estilos, todos han sabido formular una dura crítica contra los estereotipos de belleza y el consumismo alienante. Os dejo una selección de textos de 1º de Bachillerato y uno de 2º de ESO.
El espejo de Nora
Por Niko González, 1º Bach.
En el cuarto de Nora ya no había rastro de su
perfume y la luz cálida que hasta hacía un par de segundos iluminaba la
habitación estaba ya apagada. Si alguien hubiese tocado las teclas de su pequeño
piano de madera, probablemente habría sonado desafinado. Y rendida en la
alfombra, se encontraba la niña, como si de ella emanase una atmósfera de
penumbra. Su rostro parecía inerte.
Nora volvió a alzar la mirada para ver que,
frente a ella, continuaba ese espejo reflejado en sus lágrimas. Una lámina
enmarcada que rompió la magia y que nunca debía haber estado ahí, descansando sobre
una de las paredes de su cuarto.
Se acercó lentamente al espejo.
El camino le pareció interminable y, cuando por fin consiguió tocar el cristal
con el dedo índice, la bestia que en él se reflejaba le desgarró con sus zarpas el brazo, hasta llegar a la muñeca, por donde la tomó, arrastrándola
después al vacío.
3, 2, 1...
Por María Partida, 1º de Bach.
Mi
estructura, mi cuerpo sale de una caja.
Una
caja donde me siento presa, mi mente y mi cuerpo están presos. Mi mente en
forma de televisión imagina mi yo, mi verdadero yo.
Me
quiero acercar un poco y un poco más. Casi estoy.
Esta
imagen que rebota contra mi mente se presenta con una piel impecable, con toques
rojos sobre las mejillas, los ojos perfectamente dibujados bajo el color de las
sombras, un rojo potente sobre mis labios…
Sin
embargo, ¿soy yo o simplemente soy la persona que quieren que sea? ¿Dónde queda
mi interior?
Pienso.
Pienso y recapacito, ¿por qué?
¿Por
qué las mujeres estamos sometidas a seguir un canon? ¿No somos igual de bonitas
sin maquillaje? Pues sí, te lo aseguro.
No
quiero vivir más así. Destruyo mi sueño de sentirme “normal” y aceptada por la
sociedad.
Y a
cambio noto algo. Ha merecido la pena.
Libertad,
sí, ese maravilloso sentimiento.
Qué
bien sienta sentirse libre, no seguir ninguna norma, no hacer caso de nada,
elegir qué hacer y qué decir.
Me
siento única, preciosa, maravillosa. Una MUJER.
Ahora
sí, brillo más que nunca. Nada ni nadie me va a parar. Este es mi momento.
Apariencias
Alejandra Fernández, 1º Bach.
¿De
dónde has sacado esos pantalones? Ya no se llevan.
¿Cómo
puedes ir así vestida?
¿Y
esas ojeras? Tápatelas, te hacen súper fea.
Ponte
un poco de colorete, estás súper pálida.
Con
los ojos tan bonitos que tienes… Te quedaría mejor un poco de rímel.
¿Y
ese pelo? Plánchatelo, liso te queda mejor.
Los
tacones estilizan las piernas. ¿Qué más da si luego te duelen los pies?
Estar
cómoda es lo de menos. Para presumir hay que sufrir.
¿Qué
más da cómo te sientas?
Al
fin y al cabo, lo físico es lo que importa.
Vivimos
en un mundo de apariencias, donde todos seguimos una serie de estereotipos
marcados por la sociedad. Una serie de objetivos que queremos cumplir. Cuánto
más cerca creemos estar de ellos, más nos alejamos, pero de nosotros mismos, de
nuestra propia identidad.
Y,
casi sin darnos cuenta, terminamos teniendo dos vidas, paralelas y completamente
diferentes, la propia y la que aparentamos tener.
Aparentar.
Vivimos
gastando dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para impresionar a
gente a la que no le importamos.
Pensemos,
¿de verdad merece la pena?
Dime,
¿realmente así eres feliz?
Deshaciéndonos del yo
Por Sanae El Kadi, 1º de Bach.
Vivimos, si se puede decir que lo hacemos... Porque no vivimos para nosotros, sino para la gente. Vivimos en un mundo de
engaño, donde el yo vale más que cualquier otra cosa, aunque para
completarlo haya que contar con el visto bueno de todos los demás.
Caminamos midiendo pasos, midiendo miradas
que nos contemplan, oyendo susurros que en realidad no existen, pero que
pretenden convencernos: “Si el de en frente es mejor, adelante, supéralo”.
Levantarse un día más, abrir los ojos y
ver desvanecerse los sueños.
Hay que comenzar, sí, comenzar a
prepararse, no para mí, sino para la gente.
Un día más, la sociedad no me puede
esperar. Tengo que darme prisa, prisa para deshacerme del yo y convertirme en
ella, porque, según dicen todos, ella es mejor.
Empecemos pues a destruirnos.
Atrapada
Por Por Amina Achehbar, 1º Bach.
Abro
poco a poco los ojos, acostumbrándome a la luminosidad de la habitación. Los restriego
y observo.
Pantallas
y pantallas me rodean. Otra vez he aterrizado en el mundo de los estereotipos,
ese que tanto evito. Me levanto del suelo y me analizo. Llevo una vestimenta
diferente de la que recuerdo, unos tacones de aguja, una falda dos dedos por
encima de la rodilla y una blusa con los primeros botones abiertos.
Arrastro
las manos hasta mi cara. Está embadurnada de esa asquerosa pintura tras la que
se esconde mi verdadero ser. Intento quitármela, como otras veces he hecho,
pero es imposible.
Camino
alrededor de la sala, centrándome en las miles de pantallas con las que quieren
mostrarnos cómo deber ser una sociedad perfecta.
Hay
un momento en que mi mirada se encuentra con otra. Me acerco y veo cómo una
chica, idéntica a mí, se refleja en la pantalla. Está sonriendo, luciendo
asquerosamente feliz, sin ningún rasguño, ninguna imperfección, como “toda una
señorita”. Ya lo sé, no es real, no es de verdad. Es otra de las mentiras a las
que tan acostumbrados estamos.
Intento
alejarme, pero ya es demasiado tarde. Unos brazos metálicos salen de la
pantalla, hago un intento de escaparme, pero, aun así, logra alcanzarme. Y lo
siguiente que recuerdo es que ahora soy la chica "perfecta" que antes
mostraba esa pantalla.
Muñecas de porcelana
Por Carmen San Nicolás, 1º Bach.
Desde
hace mucho, mucho tiempo, se nos enseñaba a estar en casa como muñecas de
porcelana, la piel blanca y lavada, sin un rastro de maquillaje, como si
estuviésemos encerradas en un castillo. Pero, al final lo conseguimos, conseguimos abrir
esa puerta. Abrimos los ojos y vimos la sociedad, nuestra vida y la del mundo
que nos rodeaba.
Desde
que se creó la televisión a principios del pasado siglo, nos mantuvimos así, con la
piel pálida. Tal vez sentíamos un poco de rubor, pero a escondidas y sin que se
notase mucho. Cada vez iban saliendo mujeres más bellas, aunque con la
tez más morena, un color de labios más rosa y más impactante. Poco a poco se fueron
creando unos nuevos cánones. Avanzamos, tensando más y más la
cuerda que nos separaba de ese castillo de donde habíamos salido. Pero queríamos,
sí, queríamos parecernos a esas bellas mujeres que salían por la televisión;
queríamos ser como ellas, porque así seríamos felices, o eso creíamos...
Llegamos
al final, al final del mecanismo, hasta el punto en el que las imágenes que ansiábamos alcanzar se iban
alejando más y más de nosotras. Ya no podíamos seguirlas. Iban demasiado rápido,
tanto que el mecanismo terminó rompiéndose y, con él, nuestros sueños de ser
como ellas. Caímos y nos rompimos en mil trozos por haber querido ser muñecas
de porcelana.
Dayana
Por Arancha Calvo, 1º Bach. C
Hola,
soy Dayana. Y no, no soy un robot.
Soy
una mujer como otra cualquiera,
Sí,
como cualquiera.
Si
soy así es gracias a la sociedad en la que vivimos,
Que
tira de nosotros para decirnos cómo debemos ser,
Cómo
hay que ser para encajar.
Pero
todo se me complica cuando no puedo tirar más de mí, cuando no doy más de sí y
ya no me guían. Ahora es mi turno y tengo que empezar a ser yo misma, aunque a mí
no me enseñaron a eso. Quizá por eso me siento rota, vacía... Ahora es el momento de aprender
a ser yo misma.
Copias
Por Jamila Amerziane, 2º ESO
Siempre tendemos a copiar lo que está
bien visto por los demás, lo que interesa a la sociedad, lo que llama la
atención...
Pero nunca nos paramos a pensar cómo
engañamos a nuestro cuerpo y a nuestra mente haciéndonos creer que eso es lo que
nos gusta y lo que realmente queremos ser. Tememos la opinión de los demás, el
qué pensaran de mí.
La mayoría nos comportamos como robots,
programados para copiar lo que vemos, lo que creemos que gustará y no lo que
nos gustará a nosotros y lo que nos hará felices. Finalmente, si se seguimos
haciendo lo que la sociedad nos impone y no lo que nosotros queremos, nos acabaremos rompiendo por dentro. Comprenderemos quizá entonces que hemos dejado de ser nosotros mismos. Nos
hemos convertido en una copia de otra copia que terminará convirtiéndose en otra
copia.
Resulta bastante triste sentirse
obligado a cambiar por alguien a quien no le importamos, porque la gente que de
verdad nos quiere lo único que desea es vernos felices y satisfechos.
miércoles, 23 de mayo de 2018
Mis musas, las maestras
No
sé qué me pasa últimamente, pero no me siento muy motivada, así en líneas
generales y, más particularmente, a la hora de escribir. No me quiero dejar
arrastrar, aunque siempre se ha dicho que la creatividad es una cuestión de
inspiración, ¿dónde estáis musas, que me tenéis abandonada? Nada me mueve y la
sensación me deja con el corazón estancado. Quizá, si pusiera más interés por
la actualidad informativa y viese el telediario de vez en cuando, podría llegar
a sentir indignación ante la desvergüenza de muchos de los personajes del
panorama social y político, alentándose desde mis entrañas un fogonazo
contestatario que termine por despertarme ya de este sopor existencial mío.
Veo
que mi compañera de trabajo, muy querida y admirada por otra parte, luce en su
mochila de profesora un pin con la bandera de la República española. Raquel
celebra su cumpleaños este sábado, día
14 de abril, orgullosa de soplar velas el mismo día en que se conmemora la
proclamación de la II República Española. Mi amiga se considera una firme
defensora de que nuestro país se transforme radicalmente e instaure la tercera
y definitiva república que, según ella, nos proporcione un sistema
verdaderamente democrático, en el que prevalezca la justicia, la igualdad de
todos los ciudadanos ante la ley que debe ampararnos, más allá de nuestras
diferencias culturales, religiosas, ideológicas o económicas.
La
escucho con mucha admiración, porque veo que sabe mucho y muestra conciencia
política y social. Yo, que pertenezco a la generación postfranquista y nací un
año antes de que se firmase la Constitución Española, crecí escuchando en casa
lo bueno que había sido nuestro anterior rey, Juan Carlos I; todo eran elogios
a la hora de valorar su papel institucional en la denominada Transición, pues, según
nos han contado, supo conciliar posturas, dar cabida en el nuevo escenario democrático a todas las
posiciones políticas, incluso a las que durante décadas tuvieron que vivir en
el exilio y fueron perseguidas en razón al color de su bandera.
Me
declaro muy ignorante en muchos aspectos relacionados con la historia reciente
de España. Quizá lo sea porque en los años que tuve que estudiarla había muchos
temas que seguían tratándose de manera muy edulcorada, y a veces sectaria, pero
también por cierta dejadez . Creo que mi actitud habría sido bien distinta si
la vida me hubiera puesto en el aprieto de tener que sufrir en mis propias
carnes las consecuencias de las injusticias, del reparto desigual de las
riquezas, que encumbra a una minoría y arrincona a tantos, esposándolos a una
realidad socioeconómica en muchos casos insostenible. La tibieza de pensamiento
se tornaría indignación, furia interna incontrolable, si hubiera sentido que
mis derechos y libertades han sido quebrantados por algún grupo de poder, ya
sea el Estado o por parte de los llamados poderes fácticos…
He
leído algunos textos sobre la II República. Creo que entiendo, en líneas
generales, cuál fue el propósito republicano después del reinado de Alfonso
XIII y la dictadura de Primo de Rivera. Reconozco, sin embargo, que me he
perdido en la maraña de acontecimientos políticos que se sucedieron en los dos
bienios que abarcó la segunda República “en paz”, entre
republicanos-socialistas, el partido republicano radical, la Confederación
Española de Derechas Autónomas, la Revolución de 1934, que representó la
insurrección anarquista y socialista y el posterior Frente Popular, que, tras
las elecciones generales de 1936, solo pudo gobernar cinco meses, hasta que el
18 de julio de ese mismo año tuvo lugar el golpe de Estado por una parte del
ejército que desembocó en la guerra civil española. Por no hablar de la llamada
segunda República en guerra, de 1936 a 1939.
Llegados
a este punto me doy cuenta de que no es nada fácil bucear en el pasado y comprender
las razones y sinrazones que conducen a un país a una guerra. Creo, de hecho,
que fue entonces, en aquellos tres años terribles, donde terminaron de
forjarse, a fuego lento y ensañado, las etiquetas, los colores, los prejuicios
que han mantenido enfrentados a los ciudadanos de este país: rojo, morado,
azul, fascista, comunista, franquista, derechas, izquierdas, y otras heredadas,
marxistas, leninistas, anarquistas… No quiero ni entrar a descrifrar qué
significa ser una cosa o la otra. Yo he terminado convirtiéndome en una mujer
adulta, con cierta instrucción, del siglo XXI, sin el resguardo de ninguno de
esos paraguas, aunque quizá sí a la sombra del que eligió mi familia para
significarse políticamente. Mis padres, que vivieron la represión franquista y
estudiaron Geografía e Historia en los últimos años de la dictadura, se
declararon siempre firmes defensores de la democracia y de la Monarquía constitucional
que se instauró con Juan Carlos I y continua, de momento, con Felipe VI…
Pero
quiero pensar que el concepto de República tiene mucho más calado y trasciende
las banderas y la cuestión política e institucional (tendré que seguir
madurando en este sentido mis posiciones como ciudadana comprometida que aspiro
a ser). Porque yo miro a Raquel, observo su trato con los alumnos, escucho sus
opiniones sobre lo que debe ser la escuela y su análisis de la realidad
educativa y veo en ella a una mujer comprometida con su trabajo, que está
convencida de que la educación debe ser pública, de todos para todos, porque
todos tenemos los mismos derechos, porque la educación es un derecho, y veo que
ella, como otros tantos compañeros a los que me honra haber conocido, ofrece lo
mejor de sí misma al alumno pobre, al rico, al que tiene dificultades en el
aprendizaje y al que se le desborda el intelecto, a la chica peleona que
despotrica contra todo, a la muchacha del pañuelo, al chaval de trato amable y
al que osa, desde la más supina ignorancia, cuestionar la calidad de un texto
de García Lorca. Me gusta su espíritu crítico y me encanta escucharla hablar de
cuestiones muy candentes y actuales, como el feminismo. No sé si comparto todo
cuanto ella defiende, pero sí sé que contar con ella, con su visión del mundo,
de la vida, de la educación, de la literatura, resulta del todo estimulante y
enriquecedor.
Y
como ando en este momento vital tan confuso y no daba con el aire que quería
darle a este texto, pensé que sería buena idea comentarle a Raquel que tenía
que preparar para mi próxima reunión de Empiñadas algo relacionado con la
República. Le estuve hablando de que tenía en la cabeza hablaros de las
Sinsombrero, nombre con el que se conoce a la generación de
mujeres pintoras, poetas, novelistas, ilustradoras, escultoras y
pensadoras, que a través de su arte y activismo desafiaron y cambiaron las
normas sociales y culturales de la España de los años 20 y 30: Teresa León,
Ernestina de Champourcín, María Zambrano, Rosa Chacel, Maruja Mallo, nombres
silenciados de la historia oficial de la generación del 27, entre muchos otros…
y pensé en ellas porque hacerlo significaba querer entender su contexto
histórico, que abarca los años de la dictadura de Primo de Rivera, la República
y la guerra civil.
Aunque
a Raquel creo que le pareció interesante la idea, sobre todo porque los
profesores de Lengua y Literatura llevamos años queriendo reivindicar los
nombres de todas estas mujeres como legítimas representantes de la clase
intelectual española de aquel momento, me sugirió un tema si cabe más oportuno.
¿Por qué no hablas de las maestras de la República? Así podrías mostrar qué
representaron las ideas republicanas para la educación…
Aunque los entresijos políticos e
históricos que sustentaron la República me hayan resultado difíciles de
asimilar, así en una primera lectura, mi compañera me hizo ver que había una
cuestión mucho más próxima a mí y que, sin lugar a dudas, constituye el punto
de partida para cualquier propuesta ideológica que pretenda enarbolar la
bandera de la libertad y la igualdad entre las personas.
Uno de los grandes compromisos
sociales de la democracia de la Segunda República fue la educación, pues solo
acercando el saber y la cultura a todos los ciudadanos sería posible asegurar
una sociedad libre e igualitaria, con criterio para elegir su destino desde el mismísimo
conocimiento de causa. El objetivo era configurar el estado docente, que
llevaría la enseñanza a los rincones más remotos del país para construir una
sociedad más justa, equitativa y solidaria.
Las maestras de la República, o
sencillamente republicanas, tuvieron un papel principal en este propósito, pues
participaron de forma comprometida y valiente en su desarrollo material. En
aquellos años 30, estas profesionales representaban el modelo de mujeres
modernas e independientes. Ellas serían las responsables, en buena medida, de
la construcción y difusión de la nueva identidad ciudadana, al educar a su
alumnado en los valores de igualdad, libertad y solidaridad, tanto a través de
la transmisión en los contenidos en las aulas como, sobre todo, con su ejemplo
personal. Algo que nos suena ahora a rabiosa actualidad, al colmo de la
reivindicación de la educación en valores, fue ya una realidad hace más de
setenta años. Estuvimos en el camino de convertirnos ya, a comienzos del siglo
XX, en la sociedad moderna en la que aún hoy aspiramos a convertirnos.
Estas maestras trabajaron con denuedo
en las aulas de todo el país desde el más absoluto compromiso con la igualdad
social y de género. Como nos cuentan en el documental que se les ha dedicado y
que os recomiendo, fueron conscientes de que cada paso que daban representaba
el dibujo del camino por el cual otras transitarían". Se embarcaron en los
viajes de estudios, participaron en las Misiones pedagógicas, ocuparon puestos
de dirección en los colegios y formaron parte de organizaciones sindicales,
políticas y asociaciones feministas y ciudadanas. Fueron pioneras en diversos
procesos de innovación y prácticas pedagógicas que abrían las aulas a una
metodología activa y participativa. Sentaron las bases de una propuesta
educativa que actualmente consideraríamos del todo revolucionaria y que, en
caso de que nuestro sistema de enseñanza la incorporase, nos conduciría, casi
con toda seguridad, a un éxito rotundo en materia de educación. Ríase usted de
Finlandia.
Porque creían en la igualdad
derribaron los muros que separaban a los alumnos y alumnas, apostando por la
enseñanza mixta y laica, pues creyeron que así era posible compartir intereses
y conocimientos desde la igualdad, dejando de lado los condicionamientos
sociales, culturales o religiosos.
Este ambicioso proyecto pedagógico
quedó interrumpido tras la guerra civil, con la represión ejercida por el bando
vencedor sobre el ejercicio del magisterio por parte de estas maestras. Se
intentó acabar con ellas tanto física como simbólicamente, persiguiendo los
valores de igualdad y autonomía que representaban. Además, con el
franquismo, se produjo una intolerable injerencia del Estado y la Iglesia en lo
referente a la enseñanza, con el consiguiente menoscabo en el ejercicio de la
función pública docente. Durante la dictadura, no ejercieron el magisterio los
mejores profesionales, sino aquellos, a veces de dudosa preparación, elegidos
por su afección al nacionalcatolicismo.
Afortunadamente, en los últimos
cuarenta años mucho han cambiado las cosas en materia de educación. Hay, sin
embargo, diversos aspectos que precisan de una profunda transformación, sobre
todo en lo referido a la metodología y la cuestión pedagógica, pues todavía en
nuestro siglo se sigue pretendiendo que todos los estudiantes respondan a un
único perfil académico, a un canon a veces inalcanzable. La atención a la
diversidad conforma un capítulo cada vez más importante para quienes legislan;
lo mismo ocurre con el apartado referido a la educación en valores. No podría
ser de otra manera, pues una sociedad moderna y plural como la nuestra debe
velar por que cada uno de quienes la conforman tenga acceso a una educación que
le permita convertirse, en condiciones de igualdad y libertad, en ciudadanos
activos y participativos en la vida social, económica y política de nuestro
país.
Somos muchos los profesores
comprometidos con este objetivo, doy fe de ello, pero hay unos pocos que
parecen traer el testigo de quienes, en otro tiempo, defendieron ya los mismos
ideales. Mi compañera y amiga Raquel es una de estas maestras de hoy que
trabajan para reivindicar el derecho a una educación pública que garantice los
principios de igualdad y libertad, pues solo de esta manera podremos decir que
vivimos en una verdadera democracia. Ella y las maestras de la República han
terminado por convertirse en mis musas; han venido a despertarme de mi sopor, a
darme un nuevo contenido y ganas renovadas para ilusionarme con lo que de
verdad me mueve e ilusiona, ser maestra, y por lo que parece, republicana.
martes, 1 de mayo de 2018
Tristeza de otras vidas
Orfeo y Eurídice |
Me traen tus ojos tristeza de otras vidas,
Huelen a hierba cansada de ocre y lluvia.
Dibujas con el lápiz de la negrura
la leve sonrisa que apenas sonríe.
Me sabe a ceniza tu piel enjugada,
a fruta demasiado madura la lágrima
que te atraviesa e ignora el camino de vuelta a la herida.
Me inunda de hastío recibir tu mirada,
Me llega tu amor secuestrado
que a un tiempo me seduce y me mata.
Yo no sé qué secreto encierran tus cejas, arco y sombra
de un sueño antaño irisado,
convertido hoy en párpado crepuscular
donde duerme y te acuna
quien sin sueño
llora contigo la negra amargura.
Vuelva a ti la luz,
Sal ya de ese extraño mundo;
sigue las notas de mi voz y mis pasos;
dormirán a tus furias
y te salvarán de la bestia
y de la insondable oscuridad.
domingo, 1 de abril de 2018
El abrazo eterno
Hay órbitas destinadas a esquivar el repetido camino, el previsible horizonte elíptico que nos acerca y aleja del sol, que nos obliga a consumir inviernos soñando con otras estrellas.
Se cansó de girar con los ojos cerrados. Venus detuvo sus pasos y esperó al guerrero, el del corazón de fuego y la mirada encendida. Un mundo los separaba, cielos inmensos, aguas hechas de tiempo ya ido, selvas inexploradas de silencio convertido en desierto.
A Marte no le importó. Dio tres pasos al frente y se olvidó del camino. Desde allí, la miró traspasando un planeta entero, con los brazos llenos de amor. Aprendió a respirar, a caminar, a nadar, para recorrer la oscuridad y encontrarse con la tintineante luz que impaciente lo espera.
Dicen que se alinean cada mil años la diosa y el guerrero, que se funden más allá de la Tierra que los separa, hasta dejarse sin aire. Palpita el corazón bajo la curvatura de su pecho y siente el de él arderle por dentro.
que hizo tambalearse al universo entero.
lunes, 29 de enero de 2018
Cuando el Homo dejó de ser sapiens. #DíaDeLaPaz
30 de enero de 2018
La violencia es a veces silenciosa y consigue enraizarse allá donde nadie la espera ni desea jamás. Se impregna maliciosamente en el lenguaje, en los gestos y miradas de nuestros jóvenes, los mismos que un día tomarán el testigo y tendrán que velar por nuestro futuro, por nuestra evolución...
“¿Os acordáis de mi primera clase? En ella os explicaba cómo y por qué aparece el lenguaje humano; la capacidad lingüística surge como consecuencia de la inteligencia. Hasta que los primeros homínidos no contaron con un cerebro lo suficientemente desarrollado no apareció el lenguaje, la posibilidad de comunicarse con otros miembros de la especie a través de la palabra. La comunicación humana ha ido perfeccionándose desde entonces a medida que los individuos y las sociedades que estos han constituido han evolucionado. Así que nuestra lengua, la que estudiamos en esta clase, es espejo de nuestra inteligencia, de manera que es preciso y necesario cuidarla y formarnos en su correcto uso, pues ella nos permitirá dar forma lingüística a nuestro pensamiento y será el vehículo de entendimiento con otros. Esa debería siempre ser el arma para resolver cualquier desencuentro”.
“Por otra parte, pensad que en esas primeras etapas de la vida del hombre, cuando ya se le puede llamar “Homo sapiens”, y en las que no existían las naciones ni las banderas ni las religiones ni las lenguas, si me apuráis igual ni los nombres, no había etiquetas. La vida giraba en torno a un objetivo común, subsistir como especie, no sucumbir a los avatares del ciclo natural del planeta, no desaparecer. Habría disputas, no lo dudo, pero por cuestiones relacionadas con el mantenimiento del “ciclo sin fin”, la cadena trófica.
El hombre descubrió el fuego, inventó la rueda y comprendió las inmensas posibilidades que para él había en el mundo. Durante miles de años nos hemos diversificado, hemos evolucionado y afortunadamente hemos alcanzado cotas insospechadas de desarrollo que nos alejan de las cavernas. O no.
Se nos ha olvidado que seguimos formando parte de la misma especie, que deberíamos estar velando por asegurar nuestra pervivencia en el planeta. En la era de las comunicaciones globales, la palabra, el lenguaje humano, no parece ser muy útil para asegurar la convivencia entre los pueblos. Se ha abandonado el objetivo común; cada pueblo, el pequeño en el que vivo y la nación más lejana, busca su propio interés, sea del tipo que sea. Levantamos banderas; apelamos a la lengua, a la religión, al dinero (por tenerlo o por carecer de él). Las guerras del pasado parece que no han servido para aprender que hay caminos que es mejor no transitar. Tal es la soberbia humana que hemos terminado por olvidar que somos caducos, que nadie se va de este mundo con riquezas ni ideologías, pero que sí deberíamos preocuparnos por dejar un lugar habitable para las generaciones venideras.
Así que, chicos, yo no sé de política ni de Historia, pero repasando todo lo que os he contado, quizá deberíamos pensar en “involucionar” un poco, volver a los orígenes, a cuando no había banderas, países ni lenguas para recuperar la consciencia y ver cuál debe ser el objetivo de nuestra especie: sobrevivir. Yo estoy por hacerme “Homo sapiens”, mirad lo que os digo”. Cuando por fin he terminado de hablar (me han escuchado atentos y lo he agradecido), la más habladora del grupo ha puesto la guinda, justo antes de sonar el timbre, con un “pues yo también me hago Homo Sapiens de esos, profe”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)