sábado, 14 de julio de 2018

Caricia persa


Ayer en la tarde sentí cómo tus dedos mezclaban los colores de mi pelo, entre grises y blancos, perfumados con aire de Persia. Me hice un ovillo sobre tus piernas para que así se me hiciera el cuerpo caricia y me atravesase tu rayo sin dejar rincón dormido en mi curvatura de Musa.

Te clavé levemente las uñas, para hacerte saber que, aun con los ojos cerrados, podía verte la sonrisa dándome sombra. Moví con elegante suavidad la cola para corresponder tu cosquilleo y dulzura. Me dormí así, con unas manos paseándome, haciéndome el amor, mientras ella, celosa, desde el otro lado de la tormenta, temblaba de envidia y silencio.