Orfeo y Eurídice |
Me traen tus ojos tristeza de otras vidas,
Huelen a hierba cansada de ocre y lluvia.
Dibujas con el lápiz de la negrura
la leve sonrisa que apenas sonríe.
Me sabe a ceniza tu piel enjugada,
a fruta demasiado madura la lágrima
que te atraviesa e ignora el camino de vuelta a la herida.
Me inunda de hastío recibir tu mirada,
Me llega tu amor secuestrado
que a un tiempo me seduce y me mata.
Yo no sé qué secreto encierran tus cejas, arco y sombra
de un sueño antaño irisado,
convertido hoy en párpado crepuscular
donde duerme y te acuna
quien sin sueño
llora contigo la negra amargura.
Vuelva a ti la luz,
Sal ya de ese extraño mundo;
sigue las notas de mi voz y mis pasos;
dormirán a tus furias
y te salvarán de la bestia
y de la insondable oscuridad.
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