Llegará la mañana de tu mano en mi hombro, de los temerosos dedos ribeteándome el alma, del fundido en tu boca sin la culpa en los labios, de tu aliento en el cuello respirando mi calma.
Llegarán tus pestañas al cruce estriado y dormido que cobija mi ombligo, buscando lugar para el sueño, la sombra almendrada donde descansar la mirada.
Cruzará la noche la verdad sin vestido
a posar en tu oído la traviesa palabra,
a posar en tu oído la traviesa palabra,
para que vengas conmigo
a saltar sin miedo
ni al inmenso vacío
ni al inmenso vacío
ni a la desnudez del alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario